“Para una sociedad abierta, en la era electrónica la privacidad es necesaria. La privacidad no es un secreto. Un asunto privado es algo que uno no quiere que todo el mundo sepa, pero un asunto secreto es algo que alguien no quiere que cualquiera sepa. La privacidad es poder revelarse uno mismo al mundo en forma selectiva”. Esta primera definición de privacidad informática la da Eric Hughes en el Manifiesto Cypherpunk, en su versión en inglés y español. Y es un buen punto de partida para pensar sobre lo que como usuarios deseamos compartir en la Red.
Escrito en 1993, el Manifiesto Cypherpunk hace una reflexión sobre el manejo que cada usuario de Internet tiene derecho a hacer sobre la privacidad. Porque precisamente eso es lo que a la mayoría en un principio le preocupaba: ¿dónde estoy dejando todos mis datos y qué pueden o podrían hacer con ellos?
No es que la pregunta no se haga en este momento: servicios que tienen mucha información de los usuarios, como Google, Facebook, Hotmail, Live y Yahoo! son el centro de ese debate cada cierto tiempo, y el bloqueo por parte de Facebook de una herramienta de exportación de contactos avivó la preocupación de quién es el verdadero dueño de los datos que dejamos en Internet.
Sin embargo, parece ya existir una aparente confianza en Internet y en los servicios más conocidos. El poder sobre qué es lo se desea mostrar en muy buena medida recae sobre el usuario, quien selecciona lo que desea compartir. Si bien el Manifiesto Cypherpunk plantea que existen situaciones en las que no es necesaria la identidad, hay otras en las que sería imposible no hacerlo. Esto lleva preguntarse sobre el papel de otras partes, como quienes manejan la Red y otros usuarios que acceden a la información.
Dentro de quienes manejan la Red, en la mayoría de los servicios en línea existen las políticas de seguridad y privacidad que muchos usuarios desconocen. Servicios que usamos como el correo y las búsquedas en Google, los amigos y fotos que compartimos en Facebook, el sistema operativo que maneja todo en PC como Microsoft y las compras en Amazon son ejemplos de las diferentes propuestas que en cuanto a privacidad se presentan.
En la mayoría van en busca de un mismo objetivo y, aunque se plantean diferencias entre uno y otro por los servicios que brindan, en general comparten un punto en específico: todas estas políticas necesitan de la interacción del usuario. Si se quiere no dejar algún registro de una conversación por chat, delimitar la información compartida en aplicaciones, o elegir cuidadosamente las ofertas, existen las herramientas para lograrlo, pero es el usuario quien tiene que activarlas.
¿En qué momento los usuarios las usan? Generalmente es después, cuando ya se presentan los problemas. En un reporte de CBSNews se expone la historia de Ashley Payne, una docente de un colegio estadounidense que pierde su trabajo por tener en Facebook una foto con varios vasos de licor. Esto lleva a preguntarse sobre el papel de quien observa: no es la primera noticia que existe sobre el despido de alguien por una foto que a otro le parece inadecuada o por un tweet escrito quejándose sobre su lugar de trabajo. A todos nos ha pasado o tenemos un conocido al que le ha sucedido.
Entonces, cuando se habla de privacidad informática, se debe pensar en un asunto educativo y cultural de todas las partes. El usuario debe pensar su privacidad, qué desea revelar y qué no. Y las empresas deberían mejorar en estrategias de comunicación respecto a sus políticas de privacidad para ayudar a los usuarios a tomar decisiones adecuadas.
Pero el campo más difícil es el del día a día, con las personas con quienes se comparte la información. Volviendo al Manifiesto Cypherpunk, Hughes –un visionario que con más de una década de antelación vio lo que vendría– plantea que esta privacidad se da en una sociedad abierta, por tal motivo es en sociedad que se debe llegar a acuerdos sobre qué se comparte y cómo se maneja la Red, para que no sucedan casos como el de Ashley Payne. Una de las propuestas de Cypherpunk, que desafortunadamente se encuentra desactualizada, es crear códigos y software para defender la privacidad, como una iniciativa de los desarrolladores.
“Las personas han defendido por centurias su propia privacidad con rumores, tinieblas, permisos, puertas cerradas, apretones de manos secretos y mensajeros. La tecnología del pasado no habilitaba una privacidad fuerte, pero la presente tecnología sí lo hace”. Es momento, antes de involucrarse en cualquier servicio en línea, de pensar cuál es el tipo de privacidad que cada uno como usuario desea.
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